domingo, 26 de abril de 2009

Cuentacuentos

Aunque hago la entrada hoy domingo (ya conoceis mis retrasos) corresponde al viernes 24, también con retraso por parte del colegio. Al grano. Contactaron conmigo del colegio de mis hijas (aunque la mayor vaya yá al instituto) para que, dado mi verso lingüista según la maestra, les contara un cuento a los niños del tercer ciclo de primaria. Debía de buscar uno con una moraleja que los niños entendieran, así que me puse manos a la obra a buscar por ahí más la moraleja que el cuento. No tardé en dar con el cuento del emperador y el mendigo. Es un cuento que si habeis leido el post de mi artículo en la revista que está unas entradas más abajo os dareis cuenta rápidamente de que sigue el hilo argumental de la educación en valores y en el respeto a lo que cada uno poseemos, y más en tiempos como los que nos está tocando vivir. A los niños les gustó bastante a juzgar más que nada porque no interrumpieron la lectura en ningún momento y se les veía cara de interés. Al final hice unas preguntas sencillas y parece que captaron la idea de la moraleja, lo que ya no sé es si pasado el tiempo sabrán recapacitar sobre lo que un padre de ellos les leyó un día soleado en el patio del colegio a la sombra de un árbol. A continuación os pongo el cuento para que vosotros también recapaciteis, creo que es interesante para todos:
"Un emperador estaba por salir de su palacio para dar un paseo matutino, cuando, a las puertas del mismo, se encuentra con un mendigo.
Suponiendo el pedido de una limosna, le preguntó: - ¿Qué quieres?
El mendigo lo miró y le dijo: - Me preguntas de una manera... como si tú pudieras satisfacer mi deseo.
El emperador le respondió: - Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo... ¿Cuál es?
Y el mendigo le dijo: - Piensa dos veces antes de prometer.
El emperador, comenzando a molestarse, insistió: - Te daré cualquier cosa que pidas. Soy una persona muy poderosa, y extremadamente rica... ¿qué puedes tú desear que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo: - Es un deseo muy simple... ¿ves esta bolsa que llevo conmigo?... ¿puedes llenarla con algo valioso?
- Por supuesto - dijo el emperador.
Llamó a uno de sus servidores y le dijo: - Llena de dinero la bolsa de este hombre.
El servidor lo hizo... y el dinero, apenas ingresado a la bolsa, desapareció.
Echó más y más, y el todo desaparecía al instante.
La bolsa del mendigo, por lo tanto, siempre estaba vacía.
El rumor de esta escena corrió rápidamente por toda la ciudad y entonces una gran multitud se reunió en el lugar, poniendo en juego el prestigio del emperador.
Entonces el emperador le dijo a sus servidores: - Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no se va a salir con la suya, ya que me dejará en ridículo frente al pueblo.
Diamantes, perlas, esmeraldas... uno a uno los tesoros del emperador iban ingresando en la bolsa, la cual no parecía tener fondo.
Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente.
Era el atardecer y habiendo quedado el emperador ya sin ninguna cosa que colocar en la bolsa del mendigo (habiendo llegado incluso a desprenderse de joyas que habían pertenecido a su familia por siglos), se tiró a los pies del mendigo y, admitiendo su derrota, le dijo: - Has ganado tú, pero antes que te vayas, satisface mi curiosidad: ¿cuál es el secreto de tu bolsa?
El mendigo le dijo: - ¿El secreto?... está simplemente hecha de deseos humanos.
Anónimo
Moraleja:
Piensa en los deseos ¿cuál es su mecanismo?:
Primero hay una gran excitación: la aventura. Se siente un gran impulso.
Algo va a suceder, se está al borde de algo. Y luego que se tiene el coche, el velero, la casa... de repente, nada de ello tiene significado ya.
¿Que pasó? La mente lo ha desmaterializado.
El coche está en el garaje, pero ya no excita de la misma manera. Lo que excitaba era conseguirlo... o lo que es lo mismo, emborracharse con el deseo hasta olvidarse que el vacío se sitúa en el interior de uno mismo.
Pero ahora, con el deseo cumplido: el coche en el garaje, el dinero en el banco... desaparece la excitación.
De nuevo se siente ese vacío. Y se tiene que crear un nuevo deseo para escapar de esa sensación, esa ansiedad, ese vacío.
Así es como va la mayoría de la gente por la vida: de un deseo en otro, convertida en mendigos con bolsas que jamás parecen poderse llenar. Cuando se lo alcanza, un nuevo deseo se hace necesario, olvidando ese que tanto se buscó."
Mañana os haré otra entrada que me llenará de orgullo personal ya que mi hija pequeña parece que apunta maneras literarias y ha ganado un premio de cuentos. La entrega de galardones será mañana por la mañana, así que ya os contaré y documentaré con la publicación del cuento. Y por hoy...colorin colorado...hasta aquí hemos contado desde Tauri. Saludos y aprovechad la dicha que la vida os dá, que no es poca...

1 comentario:

Antonio dijo...

Genial. Me alegra haber leído tu blog hoy. No hago ninguna reflexión porque con este cuento y moraleja lo único que queda es escuchar, callar, digerir y pensar. Zalu2.